martes, febrero 3

Se asoma la imagen al espejo
y cuando volteo ahí está
temblorosa.
Tiembla porque el miedo sacude
todas las células.
Y no es la mirada única,
es saberse observado.
El odio se esparce como el calor
y crece de manera desmesurada.
Así, cuando cierro los ojos,
lo siento crecer...
¡Y cuando los abro
la imagen es monstruosa!
El odio ha crecido a escalas exorbitantes
y esta imagen ya ni tiembla,
sin fuerzas ha quedado ya.
Por eso el mar rompe a menudo
y en el mar no hay vida
sino muerte.
La muerte es esa que se espera
sentada
frente al espejo.
El cuarto es solo,
la imagen es tiniebla.
Vasta solo un observante
para odiar
para sentarse
fracasado.
Y el olor...
ese agrio aroma
que exuda la tristeza.
Por eso en la conclusión
ya no puedo respirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario